Caminaba sola a la luz de la luna, iba inmersa en sus pensamientos pues no sabía como sentirse. Había sido infeliz durante tantos años , luchó con todas sus fuerzas día tras días, sin descanso alguno, incluso había cumplido sus sueños sin llegar a darse cuenta de su importancia.
Ahora era feliz pero estaba tan absorta en sus penas que, sin darse cuenta, su vida había cambiado ¿Qué debía hacer? ¿Cómo tenía que sentirse? Todo estaba bien, no encontraba problemas por los que preocuparse y sus sueños estaban cumplidos.
De repente una voz susurrante detrás de ella dijo:
-Ahora se acabo!
El miedo se apoderó de ella y comenzó a correr sin mirar atrás, pero aquella voz la seguía, podía escuchar sus pasos en el asfalto y la decía una y otra vez "no corras". La luz de la luna producía una sobra tétrica que permanecía detrás de ella en todo momento pero, la voz se silencio y la sombra desapareció, ella paró en mitad de la calle, que se encontraba extrañamente solitaria, mirando a su alrededor una y otra vez completamente aterrorizada, allí no había nadie. Entonces alguien la agarró por detrás y dijo:
-No tengas miedo, n quiero hacerte daño.
-Entonces que quieres de mí- contestó ella.
-Ayudarte.
-¿Quieres?
-Quien tú quieras que sea?
-Que querías decir con "ahora se acabó".
-Que se acabó sufrir, si te dejas llevar por la felicidad te sentirás bien.
-¿Sin lucha?
-Puedes buscar nuevos sueños por los que luchar.
Ella se dio la vuelta y contempló a un joven alto, fuerte, de cuerpo escultural y musculoso, su atractivo y su mirada dulce apartó sus miedos y un escalofrío recorrió su cuerpo, entonces el deseo desenfrenado de besarle se apoderó de ella. Él fue acercándose poco a poco hasta rozar sus labios fundiéndose en un fuerte y erótico beso.
Con el erotismo recorriendo su cuerpo ella abrió los ojos y él desapareció mientras decía "nunca dejes de sentirte como ahora, eso es felicidad". Siguió paseando a la luz de la luna esta segura de cómo sentirse, simplemente feliz.
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